Tráfico de mujeres y esclavitud sexual. Día 8


  • En el octavo día de la Campaña #16DaysofActivism hablamos del tráfico de mujeres y la esclavitud sexual

 La Trata de Personas es el traslado de seres humanos de un lugar a otro dentro de las fronteras de un mismo país o hacia el exterior con fines de explotación en su mayoría de carácter sexual, laboral o en la mendicidad.

En la trata de personas, el consentimiento de la víctima es irrelevante, ya que generalmente, se obtiene a través del engaño, la amenaza, el uso de la fuerza u otras formas de coacción como el rapto, el fraude, el abuso de poder o una situación de vulnerabilidad.

Uno de los mayores retos de este fenómeno es poder medir su magnitud real en un mercado ilícito que se confunde con escenarios lícitos. Se estima en 2,5 millones el número de víctimas de la trata. Sin embargo, se calcula que por cada víctima  identificada existen 20 más sin identificar.

La esclavitud sexual constituye un serio atentado contra la integridad física, una violación y un abuso de los derechos humanos, lo que exige la aplicación de un enfoque integral que incluya medidas para prevenirla, enjuiciar y castigar a los traficantes y proteger a las víctimas, así como una respuesta de la justicia penal proporcional a la gravedad del atentado.

En África Central y Occidental, lejos de reducirse, el tráfico sexual está creciendo debido a la debilidad de los sistemas judiciales y a la vulnerabilidad de las mujeres y niñas. Las causas que lo originan son complejas, y a menudo están interrelacionadas.

Los informes existente muestran repetidamente la pobreza como la causa más visible, pero un análisis en profundidad demuestra que los siguientes factores son también elementos de presión, a menudo exacerbados en África, por situaciones de inestabilidad o conflicto, como: tradiciones y valores culturales, discriminación de género, cambios sociales que alteran los patrones migratorios y las necesidades de trabajo, o la evolución de las familias africanas, inducida por la rápida urbanización marcada por una alteración de las formas extendidas y comunitarias de solidaridad.

Se debe tener en cuenta que el tráfico es un proceso dinámico y las vías empleadas pueden cambiar rápidamente de acuerdo con el contexto político, económico y legal. Hoy en día no hay ningún país en la región que no afronte el tráfico de personas, particularmente el de mujeres y niñas. Pero del mismo modo, ningún país puede decir exactamente cuántas víctimas hay, porque no se emplean métodos de recogida de datos estadísticos que determinen la dimensión del problema.

Para prevenir el tráfico sexual es necesaria una transformación estructural tanto de las instituciones como de la cultura patriarcal. Para ello, se deben llevar a cabo: campañas de prevención, protección y educación, a través de: concienciación en los campos y en las comunidades sobre la ilegalidad del tráfico sexual infantil y los peligros de los embarazos tempranos o no deseados; formación y medios de vida para crear alternativas de sustento para refugiadas y desplazadas; escolarización de las menores en los campos para proveer de otras opciones y defenderse o prevenir el abuso de las mafias de explotación.

Por encima de todo, se debe luchar para que estas mujeres alcancen la paz que les permitirá volver a casa, volver a su tierra, construir un hogar y empezar una nueva vida allá donde ellas lo decidan.

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