La alegría es el fundamento más poderoso de las luchas feministas


Queridas amigas, queridos amigos,

Hoy es 8 de marzo de 2024. Como cada año, celebramos el día internacional de la mujer. He escogido este mensaje con un gran sentido de la responsabilidad, como feminista, como mujer comprometida, como política y como presidenta de la fundación mujeres por áfrica.

Desde hace ya doce años, en la fundación mujeres por áfrica trabajamos incansablemente, junto a las mujeres africanas de todas las generaciones, para que las mujeres y las niñas puedan tener una vida digna, plena y en paz allá donde estén. Una vida digna, una vida plena, una vida en paz son poderosos conceptos, poderosas palabras que hay que defender a ultranza porque tienen una dimensión muy real, personal, colectiva, y, cada minuto que pasa es un tiempo precioso perdido para miles de mujeres y niñas que padecen todo tipo de discriminaciones y violencias.

Lo primero que quiero deciros hoy, amigas y amigos, es que no podemos permanecer indiferentes; la indiferencia es complicidad con quienes arrebatan, día a día, la felicidad a millones de mujeres, a millones de niñas.

Estamos viviendo tiempos de enorme tensión geopolítica y de profundas transformaciones; yo diría que estamos ante un cambio de era. Y estoy muy preocupada, amigas, amigos; preocupadísima, porque en estos últimos años, en estos últimos meses, estoy viendo una deriva muy peligrosa hacia los autoritarismos, los extremismos, los fanatismos, los individualismos más exacerbados y hacia un neoliberalismo desatado. Es decir, una receta perfecta para que las desigualdades se acentúen y las mujeres se lleven, como siempre, la peor parte. Y el resultado ya lo estamos viendo: los conflictos se recrudecen o se enquistan; aparecen nuevas guerras con nuevas técnicas muy sofisticadas de destrucción; nuevos abusos de poder, tiranos que empobrecen y asolan países enteros y cometen gravísimas violaciones de los derechos humanos. Y lo peor es que estamos presenciando una gran impunidad generalizada; contemplamos, indignadas e indignados, la impotencia o inacción de organismos internacionales y gobiernos.

Las mujeres africanas, las líderes con las que trabajamos en la fundación mujeres por áfrica, saben muy bien lo frágiles que pueden llegar a ser las conquistas en derechos para las mujeres; lo difícil que es conseguir que se respeten y que se mantengan en el tiempo.  Y ellas, con nosotras y nosotros, también están muy preocupadas, porque cada día que pasa ven con indignación cómo se resquebrajan las frágiles estructuras de las instituciones democráticas en sus países, poniendo en riesgo la paz y el bienestar social; cada día que pasa ven cómo el progreso, la industrialización y la modernización parecen tener un altísimo precio impuesto por quienes se mueven en la lógica del dominio, el extractismo y la corrupción.

Tengo la impresión de que el continente africano está siendo redescubierto. Es una buena noticia. ¡ya era hora de que el mundo no permaneciese tan ciego, tan ignorante sobre la riqueza inconmensurable humana, cultural y material de tan vasto continente! Pero las nuevas miradas hacia áfrica tienen una contrapartida porque muchos países están siendo terreno abonado de saqueos, tensiones sociales y violaciones de derechos humanos cometidas por quienes quieren enriquecerse o acrecentar su poder en la geopolítica actual. Y todo ello está provocando situaciones absolutamente intolerables de violencia contra las mujeres. Lo estamos viendo, como siempre, en países ricos en inteligencia, cultura, recursos humanos y geoestratégicamente relevantes como Mali, Níger, la República Democrática del Congo, Sudán, Sudán del sur, Chad, Mozambique, Burkina Faso, Etiopía, Sierra Leona, Nigeria, y un larguísimo etcétera. ¿por qué no somos capaces de parar esto?

Repito una vez más, en este 8 de marzo de 2024, amigas, amigos: no podemos permanecer impasibles o indiferentes. Cada acto de barbarie, cada muerte, cada abuso, cada acto de violencia contra una mujer nos hace menos humanos a todos y a todas. Invito a todos los hombres también a no quedarse indiferentes por cobardía, por egoísmo o por ceguedad.  Os pido que abramos bien los ojos para poder identificar nuevos mecanismos y formas de poder que a menudo están enmascarados y se hacen indetectables, y lo peor de todo es que roban derechos y esperanza a millones de mujeres y niñas.

Lo segundo que quiero manifestar hoy es: un rotundo llamamiento a la acción y a la unidad. Unidad y acción y unidad en la acción son también grandes palabras; pero no olvidemos que la palabra es un poderoso instrumento si se utiliza con inteligencia y con firmeza.  Y en la lucha por la igualdad, se trata de trabajar por la unidad intergeneracional, la unidad intercontinental, unidad intercultural, interracial, interreligiosa, interprofesional. Tenemos muchos instrumentos nuevos para lograr esa unidad de acción y debemos saber aprovecharlos: nuevas tecnologías de la comunicación, las redes sociales, y el vasto potencial, aún muy desconocido, de la inteligencia artificial.

En el trabajo que hacemos con las mujeres africanas en la fundación mujeres por áfrica lo vemos todos los días. Acompañamos, apoyamos y contribuimos a reforzar sus liderazgos; ideamos estrategias nuevas con ellas, unidas para impulsar acciones constructivas, liderazgos feministas, intergeneracionales, profundamente transformadores, en el continente. Hacemos todo eso y más para que las mujeres africanas lideren la investigación científica, las decisiones políticas, los procesos de paz, la lucha contra el cambio climático y la sequía, y el desarrollo sostenible de sus países.

Amigas y amigos, digamos muy alto y claro, hoy, 8 de marzo de 2024, que ellas, nosotras, las mujeres tenemos la llave para revertir el oscuro panorama que os he presentado al comienzo de mi mensaje. Somos millones de mujeres, en todo el planeta, en toda áfrica, y no estamos dispuestas a ceder ni un ápice en nuestros derechos y conquistas por la igualdad, la justicia, la libertad, la educación de todas las niñas, una vida libre de miedo, nuestro derecho a una vida saludable, sin violencia, una vida plena; en suma, nuestro derecho al bienestar.  No hay vuelta atrás.  Los logros de los feminismos no son negociables. Y, os diré, que no hay otra forma de defenderlos más que con la unidad.

Unidad con creatividad, con empuje, con fuerza, con inteligencia; unidad en la diversidad; unidad innovando estrategias siempre. Y, también, unidad con alegría. Porque la alegría es esencial para mantener un espíritu fuerte, la mirada alta y una perspectiva amplia sobre los retos que afrontamos en las luchas por la igualdad. Amigas: la alegría es, sobre todo, el antídoto del miedo. La alegría es imparable, contagiosa y transformadora. La alegría es un arma colectiva y la base cohesionadora de lo social.

La alegría es el fundamento más poderoso de las luchas feministas, amigas y amigos: no la perdamos nunca.  Las mujeres nunca la van a perder.

Gracias

Amigos/as de la fundación