Aquí no sobra nadie


Para preparar este mensaje, he estado leyendo los que he escrito para celebrar cada 8 de marzo desde que nació la fundación Mujeres por África hace ahora once años.

Y una vez más me he asombrado de lo mucho que desde entonces han cambiado las cosas para las mujeres. O más bien para el feminismo. Porque, ciertamente, no es igual.

Las mujeres nos enfrentamos a los mismos retos de los últimos lustros, aunque hayamos avanzado un poco en ámbitos importantes, como la representación política. Pero, tal y como hacen patente todos los estudios sobre la brecha de género, los pasos que damos adelante son tan cortos, y tan largos los que damos atrás, que, según las últimas cuentas de la ONU, tardaremos 286 años en alcanzar la auténtica igualdad.

En cambio, el feminismo, como filosofía y como movimiento social y político, ha pasado de los terrenos de la demonización o, lo que es casi peor, la ridiculización, a una aceptación importantísima, no sólo por parte de las mujeres, sino también de muchos hombres. Hoy, ser feminista es tendencia mundial.

Esto quiere decir que hemos ganado la batalla de las ideas, pero este triunfo ha traído consigo el contraataque feroz de lo más retrógrado del patriarcado. El patriarcado que tan a gusto se siente en los totalitarismos y las dictaduras, sistemas en los que puede gobernar sin tapujos, sin tendencias ni leyes que lo estorben, el cuerpo y la vida de las mujeres.

Y estamos viendo en todo el mundo cómo intentan hacerlo. Unos se afanan por prohibir el aborto; otros abandonan el convenio de Estambul, que es el que protege a las mujeres de la violencia. Los más bárbaros les arrebatan los más elementales derechos humanos y de ciudadanía ante la pasividad o la complicidad, según el poderío económico de que se trate, de la comunidad global.

Amigas y amigos, hoy, defender a las mujeres, defender la libertad, la autonomía y el poder de las mujeres, es defender la democracia, los derechos humanos y los valores universales. Y todo ello está en peligro si fracasamos.

Hoy, en el feminismo, en los feminismos, no sobra nadie. No sobra siquiera el desacuerdo. Pero debemos ser conscientes de lo que nos estamos jugando y recordar siempre quién es, quiénes son, nuestros detractores.

En este 8 de marzo, una vez más, vamos a dejárselo muy claro.

María Teresa Fernández de la Vega

 

Amigos/as de la fundación